Conociendo la obra de Le Corbusier, llama la atención esta obra de formas curvas. Esto cobra sentido si nos damos cuenta de que por las fechas de su construcción (1954) se estaban llevando a cabo obras como el Museo Guggenheim de Nueva York.
Le Corbusier realiza esta obra partiendo de su punto clave: "el recorrido"; para lo cual crea distintas fachadas, haciendo que el visitante tenga que rodear todo el edificio para comprenderlo en su totalidad.
En cuanto a sus materiales y estructura que es el tema que nos atañe, Le Corbusier elige el hormigón, material con el cual puede conseguir esas formas curvas que busca. El escribe en su memoria: “El cascarón ha sido colocado sobre las paredes que son absurdamente pero prácticamente gruesas. Dentro de ellas hay columnas de hormigón reforzado. El caparazón descansará en estas columnas pero no tocará la pared. Una ranura horizontal de 10 cm de ancho asombrará”. Y antes, refiriéndose a ese caparazón, escribe: "Encima del tablero de dibujo tengo el caparazón de un cangrejo que recogí en Long Island, cerca de Nueva York. Será la cubierta de la capilla: dos membranas de hormigón de 5 cm. de espesor y separaciones de 2.26 m. El Caparazón descansará sobre paredes de piedra recuperada". Este techo, parece ser la única señal de avances metálicos, puesto que el resto del edificio, con esa apariencia masiva parece pertenecer a siglos atrás (aunque las formas curvas no nos indicarían lo mismo).
El muro hace notar su espesor al ser perforado por un patrón de ventanas rectangulares de distinto tamaño y orientación, cuyo aparente desorden, y sus múltiples colores de vidrio, tienen la intención de crear efectos lumínicos en el interior. Cabe destacar igualmente que el diseño colorido de la puerta es de Le Corbusier también.