«Tras haber adoptado el perfil curvo para la parte inferior de la estructura, parecía razonable darle también una forma curva a la cubierta. Hacerlo mediante un forjado sostenido por fuertes ménsulas ocultas tras él hubiera sido una solución pesada y poco estética. Para una hilera longitudinal de soportes, la solución más obvia sería una serie de bóvedas de soporte a soporte, [...] La principal función estructural de tales bóvedas es la de actuar como ménsulas de sección curva. Para que tales ménsulas alcancen la necesaria resistencia es conveniente que su relación canto/ancho sea máxima sobre los soportes principales y decrezca hacia los bordes libres. De entre los muchos tipos básicos posibles, la superficie resultante podría haber sido un conoide, pero no resultaba una solución muy atractiva. Parecía preferible buscar otra superficie de doble curvatura. Entre las formas más conocidas, ninguna parecía tan adaptable como el hiperboloide; por tanto, las bóvedas tomaron la forma de sectores de hiperboloide.»
—Eduardo Torroja
- un pilar sobre el que pivota la "viga" ménsula.
- una "viga" ménsula en forma de "V" , formada por dos medios hiperboloides, articulada sobre el pilar —que sea una articulación es esencial para el funcionamiento del esquema— y equilibrada por el tirante posterior.
- el tirante que equilibra la ménsula.
Al ser la junta entre las piezas imperceptible, la imagen es la de una losa ondulada que se aplana hacia el voladizo y se arquea en los apoyos; ya que los arcos de circunferencia en el plano de los pilares tienen un radio menor, para obtener un mayor canto de la ménsula —donde es más necesario— que en los arcos del extremo del voladizo. De esta manera, se consigue una losa con espesores de hormigón que varían entre los 14 centímetros en la línea de pilares y los 5 centímetros en el extremo del voladizo de 12,80 metros.
Podríamos definir esta marquesina como un ejemplo de intuición y sinceridad estructural para obtener las máximas prestaciones con el mínimo material.