Todo espacio tiene una denominación. La necesidad de controlar este espacio y todo momento identifica claramente el comportamiento del hombre. De ahí la razón por la que tenemos segundos, minutos, horas, días…; edificios, calles,ciudades, regiones, países…; hasta acabar en el planeta que habitamos y de este razonamiento, Perec demuestra que somos unas pequeñas partículas en el universo infinito. Todo está ordenado de menor a mayor. Todo espacio y tiempo, esta dividido, contado o fraccionado. Nuestro cuerpo es considerado parte del espacio, ya que formamos parte de él a pesar de estar ocultos en un determinado momento de nuestras vidas, es decir, cuando estamos en el vientre de nuestra madre. Incluso en el momento de morirnos, continuamos siendo parte de la materia, es decir, la materia se convierte en materia y a su vez ésta forma el espacio.
En el caso del tiempo, todo lo conocido tiene un principio y un final, Perec nos da a entender en su libro que tenemos que saber aprovechar y disfrutar del tiempo del que disponemos para llevar a cabo nuestra vida de la mejor manera posible. Experimentamos muchas sensaciones a lo largo del tiempo, en este caso se relacionan muy bien tiempo – espacio ya que dependiendo del momento o el lugar, se desarrollarán unos momentos y otros.
La relación que existe entre ambos es muy importante. Las dos se relacionan ya que ninguna podría ser concebida sin la otra. Perec transmite esta relación con el espacio constructivo, ya que el espacio que nos rodea según el tiempo en el cual nos encontremos, podrá agradarnos o desagradarnos, hacernos sentir frustrados o no; es decir, el espacio en el que nos encontramos nos influye.
Leer el libro de Perec ha hecho que me de cuenta sobre las cosas que me rodean, es decir, darle importancia al entorno, tanto arquitectónico como natural; esto puede llegar a ser algo frustrante, como es en mi caso, ya que el hecho de observar el entorno arquitectónico te puede afectar de una manera favorable o frustrante.