Todo ocupa un espacio; todo es espacio.
Al plantearnos la idea de “espacio” o el concepto de
“espacio”, al igual que cuando quieremos entender algo o
conocerlo, tenemos que ir de lo particular a lo general;
es decir, estudiar y observar la mínima parte a lo que lo
podamos reducir, para así comprenderlo en mayor tamaño.
Ésto no sólo se aplica, a la arquitectura. Cuando
comenzamos a crear algo, empezamos de cero, con una hoja
en blanco esperando a que se llene de palabras o un cuerpo
quieto que espera a entrar en movimiento y coreografiarse
hasta culminar una pieza.
El libro habla del espacio como algo que ha ido evolucionando a lo largo de la vida, cuando en verdad siempre ha sido y será el mismo. Su tamaño no cambia, sino la división que hacemos en él.
Hace millones de años no había “nada en la Tierra”, nada en cuanto a construcción realizada por el hombre; pero la cantidad de espacio era la misma que ahora, solo que ahora lo dividimos, lo modulamos y moldeamos según su uso o su función.
Esto último es algo en lo que se hace bastante incapié : Los límites, las divisiones... Y con ésto volvemos a lo comentado antes. Los espacios siguen siendo los mismos, pero con unos adjetivos diferentes. No puede estar todo el universo limitado, por eso hay que distinguir entre espacios públicos y espacios privados; espacios exteriores e interiores.
Imaginemos un mundo completamente cuadriculado y limitado, un mundo en el que todos los países estuviesen bordeados de un muro visible y cada vez que quisiésemos entrar en un espacio nuevo tendríamos que cruzar una barrera. Sería completamente absurdo e infuncional. Pero son límites que entendemos. Al igual que en una vivienda diáfana seguimos entendiendo la cocina como cocina y la sala de estar como tal. (Aunque el libro no lo refleja de esta manera).
Ante todo, la funcionalidad de los espacios son los que los dotan de importancia, son los que hacen que sean espacios en sí. Por eso mismo no existe un espacio sin función, porque no existiría.
El libro habla del espacio como algo que ha ido evolucionando a lo largo de la vida, cuando en verdad siempre ha sido y será el mismo. Su tamaño no cambia, sino la división que hacemos en él.
Hace millones de años no había “nada en la Tierra”, nada en cuanto a construcción realizada por el hombre; pero la cantidad de espacio era la misma que ahora, solo que ahora lo dividimos, lo modulamos y moldeamos según su uso o su función.
Esto último es algo en lo que se hace bastante incapié : Los límites, las divisiones... Y con ésto volvemos a lo comentado antes. Los espacios siguen siendo los mismos, pero con unos adjetivos diferentes. No puede estar todo el universo limitado, por eso hay que distinguir entre espacios públicos y espacios privados; espacios exteriores e interiores.
Imaginemos un mundo completamente cuadriculado y limitado, un mundo en el que todos los países estuviesen bordeados de un muro visible y cada vez que quisiésemos entrar en un espacio nuevo tendríamos que cruzar una barrera. Sería completamente absurdo e infuncional. Pero son límites que entendemos. Al igual que en una vivienda diáfana seguimos entendiendo la cocina como cocina y la sala de estar como tal. (Aunque el libro no lo refleja de esta manera).
Ante todo, la funcionalidad de los espacios son los que los dotan de importancia, son los que hacen que sean espacios en sí. Por eso mismo no existe un espacio sin función, porque no existiría.