“Así comienza el espacio, solamente con palabras, sin signos trazados sobre la página en blanco. Describir el espacio: nombrarlo, trazarlo, como los dibujantes de portulanos que saturaban las costas con nombres de puertos, nombres de caletas, hasta que la tierra sólo se separaba del mar por una cinta de texto continua…”
Georges Perec nos hace observar los espacios de la realidad empezando por una página, después con la cama, la habitación, el apartamento…, hasta terminar con el mundo. Ofrece sus ideas de cómo detallar, llenar, hacer propio un espacio o mostrarlo como inútil.
El término del vacío determina un horror que enseguida necesita la presencia de algo, por lo que hay espacios para todos los usos y funciones, donde nos movemos evitando algún golpe.
A su vez, el espacio necesita el tiempo para explicar la realidad, debido a que un objeto que se encuentra en un espacio, no es el mismo pasados unos años. El tiempo va a desgastarlo, destruirlo…, no será lo que era. Jugar con el espacio debe convertirse en algo común, apropiarlo y escribir sobre él, conseguir que sobreviva, porque el espacio se deshace, el tiempo se lo lleva, lo cambia y transforma.
Tras esto, Perec ofrece observar el mundo que pasa frente a nuestros ojos tomando nota de lo que observamos y nos llama la atención, preguntarse qué función tiene, por qué está ahí…, en definitiva es descubrir qué es un espacio. Un espacio que va ligado al tiempo y al contexto. Perec lo define como aquello que nuestra mirada es capaz de observar hasta que choca con un obstáculo.