Especies de espacios. Samuel Juan Page

La intensa relación entre la materia constructiva y su consecuente sistema constructivo, en cualquier levantamiento, determina incuestionablemente la naturaleza de los varios espacios que se puedan llegar a formar. La llegada de nuevos materiales a la era moderna, tales como el acero, el vidrio o el hormigón, han posibilitado la conciencia y evolución de distintos sistemas constructivos que determinarían nuevas distribuciones, como la planta libre. Cualquier distribución condiciona la funcionalidad y habitabilidad del espacio, todos lo sabemos, lo que no todos somos conscientes de cual es la raíz que posibilita una ruptura con nuestra concepción de planta y de su distribución. Esa raíz es sin lugar a dudas la materia. Tanto Ludwig Mies Van der Rohe como Adolf Loos, Le Corbusier o Alvar Aalto, lo sabían.

La llegada de la Era Moderna y de arquitectos e ingenieros que supieran aprovechar los nuevos materiales que ésta traía, ha supuesto un cambio no sólo en como construimos sino también en como experimentamos nuestros espacios. Nuestra percepción de espacios ya no siempre quedan marcados por muros ni tabiques, una planta diáfana avista una aparente libertad especial para el que la circula, sin que llegue a saber del todo que está condicionado por una más que premeditada circulación: delimitadora de las distintas funciones (espacios) que el inmueble alberga.


Al poder reconocer el todo entre sus partes o cada una de las partes del total, una sucesión y agrupación de interespacios si se quiere, el habitante ya puede concebir  una planta, tal y como un ingeniero industrial conoce el accionamiento interno determinante para el funcionamiento de una tostadora, por ejemplo. El habitante por fin se ha ganado su nombre, el habitante ahora ya se ha realmente asentado como tal: el que habita uno entre muchos espacios.