BURJ AL ARAB - Dubai



El hotel Burj Al-Arab bate todos los record de atura, lujo, suntuosidad, tamaño de las suites e, incluso, estrellas, siendo el único establecimiento hotelero del mundo catalogado con siete estrellas.

Con una altura de 321 metros, es el edificio más alto de uso exclusivo como hotel de todo el mundo y uno de los edificios hoteleros más representativos. Está situado en el mar, sobre una isla artificial localizada a 280 metros de la playa y está conectado con tierra firme mediante una carretera.

Respecto a los cimientos, era todo un reto. En noviembre de 1995 la isla artificial estaba lista y la fase 3 del proyecto comenzaría con los cimientos. Ser la construcción más grande del mundo y localizarse en el mar fueron dos retos adicionales en este nuevo tema. La base tendría que ser maciza para resistir una torre de 300 mts, con total seguridad para sus ocupantes, por eso el equipo realizó análisis de núcleos perforando el lecho rocoso profundamente llegando a 180 mts, pero no encontró roca sólida. Esto haría su trabajo más difícil pues la opción que quedaba era que el Burj Al Arab se alzara sobre la arena y eso ¡era una locura! Los arquitectos idearon entonces un plan en el que contemplaron apoyar su hotel usando pilotes de concreto reforzados con acero clavados muy profundo dentro de la arena, y apoyados en el efecto conocido con el nombre de fricción superfi cial que no es otra cosa que la resistencia que impide que dos superficies ásperas resbalen una contra otra.
Para lograr esto era necesario que la arena estuviera lo sufi cientemente compacta para crear resistencia alrededor de los pilotes del edificio y evitar una licuefacción en caso de un sismo, por lo que se tomaron muestras de arena, se analizaron y se encontró que muy profundo, bajo el sitio del proyecto, había arena compacta y calcifi cada. Eso era una buena noticia. Así que los pilotes debieron ser alargados 8 metros cada uno garantizando que se lograra la fricción superficial que se esperaba. Los 250 pilotes de concreto tenían una longitud continuada de 10 kilómetros, 35 veces la altura del hotel que soportaría, así que en suelo firme después de tres años de iniciada la obra, se da paso a la construcción estructural.







Otro papel fundamental lo tenía el acero. En medio del ardiente calor del desierto fueron alzadas las paredes de concreto delgadas, pero incapaces de resistir los elementos sin ayuda; corriendo el riesgo que los vientos fuertes o los sismos las destruyeran con facilidad, los arquitectos lo sabían, por ello generaron una nueva solución, no solo efi ciente sino visualmente atractiva: una inmensa estructura de acero por fuera del edifi cio conocida como exoesqueleto. Para sostenerla era necesario crear una serie de grandes cerchas diagonales sujetadas por dos enormes arcos pesada más grandes del mundo: un monstruo de 80 llantas que inició su lento recorrido hacia el punto de
construcción a una velocidad promedio de 6 km por hora. Con ayuda de la policía de Dubai se hicieron cierres de carreteras y se retiraron semáforos para darle paso a la caravana que finalmente llegó a la isla artifi cial. El siguiente paso problemático era levantar cada cercha de 165 toneladas y ponerlas en el lugar.
Inicialmente se sugirió colocar las piezas en tres secciones, pero el arquitecto se negó a soldar en esa altura, así que la solución a esto debía incluir el levantamiento de los armazones en una sola pieza a una altura de 200 metros, el doble de la altura de la Estatua de la Libertad, en Nueva York. En el lugar se encontraban tres grúas enormes, pero no tanto como para levantar las perchas diagonales, por lo que Murphie trajo equipos desde Singapur instalando malacates, utilizados en equipos de perforación marítima para amarrar barcos, en voladizo a 15 metros del edificio. A los extremos de la cercha se sujetaron cables con un esfuerzo de ruptura de 225 toneladas. Los dos enormes malacates soportaron la tensión y levantaron la cercha diagonal poco a poco por el lado del edificio, pero allí surgió otro problema: las cerchas tenían que encajar con absoluta precisión y bajo el clima de Dubai, cambiante hasta en 14 grados centígrados en un solo día, esto haría que las diagonales se contrajeran considerablemente. El fenómeno era claro: expansión térmica.
El calor hacía que las moléculas de acero se desplazaran más rápido y más lejos, lo que en términos prácticos significaba que las perchas diagonales del Burj Al Arab podrían expandirse y contraerse hasta 5 centímetros en un período de 24 horas.







Ahora el siguiente problema era el exoesqueleto, que para el arquitecto Tom Wright significaba enfrentar dos retos: si era muy liviano, la fuerza del viento del Golfo, a 300 mts de altura, derribaría el edifi cio, si era muy pesado, la forma del hotel semejante a un yate, se perdería. Para ello entonces se ordenaron unas pruebas en un tubo de viento simulando los efectos de este alrededor de un modelo de escala 1 a 5, y aunque el edificio soportó cargas fuertes de casi el doble de lo que aguantaría en Londres, los ingenieros y arquitectos se preocuparon por la vibración y la aparición de un fenómeno denominado derramamiento de vértice. Este fenómeno hacía que bajo ciertas condiciones de viento soplando sobre los vértices afi lados de la estructura
de acero, se pudieran crear minitornados que producían peligrosas vibraciones sacudiendo el edificio hasta el punto de destruirlo. Para ello recurrieron a un ingenioso peso colgante llamado amortiguador de masa sincronizado, que se instaló en los puntos vulnerables, haciendo que cuando el viento sople se genere el derramamiento de vértice y cinco toneladas de peso se meza en vez de la estructura, amortiguando las vibraciones.





Una maravilla que se alza orgullosa en el Golfo Pérsico demostrando que ingenio, creatividad e ingeniería son ingredientes esenciales de esta megaestructura, que no solo asombra al mundo, sino que en su momento abrió la puerta a nuevos proyectos que hacen de Dubai uno de los centros de ocio y entretenimiento más caros y lujosos del planeta.