El espacio es un sistema de relaciones muy ambiguo, nosotros como diseñadores y arquitectos de interiores, debemos o deberíamos ser capaces de moldearlo, manejarlo, limitarlo, comprenderlo y modificarlo partiendo de una base no material. Sólo de una idea creativa que nos lleve a la construcción de un espacio vividero para los seres humanos. Geoge perec mantiene que el espacio no se puede entender sino en fragmentos, y es totalmente cierto ya que es verdaderamente complicado comprender términos como mundo, universo, océano. Son inmensidades que superan nuestro entendimiento, que son realmente complicados de aprehender. Hay unidades de medida que nos pueden aproximar a la extensión (de hecho ninguna universal); pero tangiblemente, ¿somos conscientes de cuanto son mil kilómetros cuadrados?
Hay una parte del relato en la que se tratan a groso modo detalles ínfimos en los que nunca pensamos, no nos interesan, pero están ahí, y forman parte de nuestro mundo, son verdades que nunca cuestionamos su existencia, al mismo tiempo son sucesos, acciones y objetos que siempre se van repitiendo a lo largo de la historia, de todas nuestras historias. Habla de París, pero perfectamente podría tratarse de cualquier ciudad occidental con ligeras variaciones.
Perec hace una reflexión acerca de los espacios que nos rodean desde la cama hasta las cuidades en las que vivimos pasando por el apartameto, e inmueble, etc, y nosotros en nuestros proyectos tenemos que hacer lo mismo, se capaces de centrarnos en las dimensiones de un ladrillo y al mismo tiempo ser conscientes de la dimensión total de un edificio con todas las escalas y partes de las que se compone.
Otro tema que se toca en este libro es el de las acciones humanas, todos al fin y al cabo llevamos un tipo de vida similar, a diferencia de gustos y características peculiares de cada uno. Por ello las casas que critica Perec, desde mi punto de vista personal, pienso que deben ser así tal y como están concebidas hoy en día; un espacio cocina, un espacio dormitorio, un espacio baño… es lo que necesitamos para vivir, y por eso las composiciones de las arquitecturas son todas variaciones de una misma idea, una misma perspectiva de vida, no es que el arquitecto quiera que las personas vivan de tal manera y realice una vivienda con este fin, el sólo hace un espacio con los elementos que requerimos, espacios que exigimos.
Ni siquiera estamos estancados en un modelo idealizado de vivienda o espacio para la vida. La arquitectura al igual que el restos de las cosas, se adapta al tiempo; las calles cambian, las ciudades crecen, las costumbres se olvidan (a veces las buenas), la cultura evoluciona… Simplemente hay que fijarse en una vivienda del siglo pasado, o las que se sitúan en los primeros núcleos urbanos y encontraremos casas señoriales con una altura “majestuosa”, a diferencia de las alturas entre forjados que se encuentran en las construcciones verticales más recientes. Esto es debido principalmente al abaratamiento de los costes, y al hecho de que en una misma altura dependiendo de este dato aparecerían más o menos plantas, es decir, es una actuación más rentable. Pero es lo que se demanda, lo que atrae a las nuevas generaciones de inquilinos.
Del mismo modo también la arquitectura cambia dependiendo del lugar donde se plantee ubicarla, requerirá de otros medios y su diseño estará adaptado a los condicionantes del terreno, de lo que tiene a su alrededor, de su cometido…Y así es como debemos diseñar, teniendo en cuenta todas estas relaciones entre variables.