Todo a nuestro alrededor es espacio, nosotros mismos ocupamos uno y nos movemos a través de ellos y nos interrelacionamos con ellos.
Nuestra vida gira en torno a los espacios que transitamos. Desde que nacemos, ocupamos lugar en un mundo que se va ampliando poco a poco según vamos creciendo y desarrollándonos.
Al igual que desde pequeños nuestro “espacio conocido” ha ido ampliándose, pasas de la cuna, a la casa, al edificio, al barrio, a la cuidad, cuando ya somos adultos, nuestras perspectivas se amplían, cambiando así desde el espacio conocido al susceptible de conocer.
El espacio está acotado por límites visibles o invisibles. Por ejemplo, la misma estructura de un edifico delimita el espacio que contiene, a través de forjados, fachadas, tabiques, puertas, ventanas... sin embargo, no solo los espacios interiores están delimitados, sino que también lo están los exteriores, mediante la utilización de verjas, tapias, murallas.. etc.
Hay otros límites invisibles que separan los barrios, las ciudades, los países, y que no solo los separan sino que marcan las diferencias entre ambientes y culturas.
El espacio empieza donde alguien lo haya querido fijar, ya sea la primera cueva, los tipis (cabañas indias), iglús, hasta los primeros edificios “modernos”, el espacio puede estar delimitado hasta por vallas, o incluso caminos.
Con el tiempo, el ser humano ha ido desarrollando nuevas estructuras para delimitar y así crear espacios en lo que vivir, empequeñeciéndolos o agrandándolos según sus necesidades no solo física sino también atractivas y acogedoras.
¿Existen límites sin espacios?
Para que exista un espacio es necesario que exista un límite. Es imposible imaginarse un espacio infinito, el ser humano no concibe nada sin que tenga un principio y un fin por muy amplio que sea el espacio que abarque.
Cada uno de nosotros fijamos nuestros límites y diseñamos nuestros espacios en función de nuestras necesidades; de esa manera hemos ido creando espacios en forma de viviendas, restaurantes, hoteles, guarderías, colegios, universidades, oficinas, calles, medios de transporte, hospitales, cárceles, parques, zoológicos… en definitiva adaptando el espacio para facilitar el desarrollo de nuestro trabajo, de nuestro ocio, de nuestra vida.