La
pieza muestra el potencial único de la madera para conformar geometrías
complejas, así como el potencial estructural de maderas tradicionales como el
roble rojo americano. Sólo recurriendo a él ha sido posible realizar una
estructura de tal ligereza y resistencia.
El festival
anual London Design Festival creó una plataforma para fomentar entre los
diseñadores la exploración de los nuevos usos de materiales. Para el festival
de 2011, el American Hardwood Export Council (AHEC) encargó a Amanda Levete
Architects (AL_A) el diseño de una instalación temporal para el Victoria and
Albert Museum. La idea consistía en crear una pieza gigante con madera de roble
rojo que, literalmente, lleve el museo a la calle. La historia del proyecto se
remonta a 1998, cuando Michael Hopkins decidió utilizar madera de roble blanco
americano para la cubrición del patio de la Portcullis house. Esta madera no
había sido utilizada antes con fines estructurales en Europa y los ingenieros
del proyecto, Arup, decidieron llevar a cabo un programa de pruebas a escala
real. Los ensayos demostraron que el roble blanco era dos veces más fuerte que
otras maderas blandas utilizadas habitualmente en construcción y permitió a
Arup utilizar vigas de sólo 200 mm de canto para luces de 20 metros. La
increíble fuerza del roble blanco animó a la AHEC a probar el potencial de
otras tres especies, tras lo que concluyeron que la más adecuada para fines
estructurales era el roble rojo americano, a pesar de tener una densidad 20%
menor que el roble blanco.
Se decidió
mantener una ondulación constante de las piezas y variar su tamaño (de 60×60 a
140×80); de este modo, los visitantes pueden comprender instantáneamente qué
piezas trabajan más, añadiendo dinamismo a la estructura. Los elementos
próximos al suelo, especialmente aquéllos que forman el exterior de la onda,
soportan el mayor esfuerzo, al tiempo que el viento empuja todo el conjunto
contra el museo. Por otro lado, el curvado permitió al equipo de diseño
explorar diferentes maneras de configuración de esas piezas curvas. En
principio se pensó en el doblado por vapor, pero con un 8% de contenido de
humedad, el secado de madera en horno podría no haber alcanzado la tolerancia
necesaria. En su lugar, las ‘cuerdas’ fueron laminadas de manera convencional
en una prensa, pero para alcanzar la curvatura de 1m de radio, el grosor de los
laminados tuvo que ser reducido hasta aproximadamente 6mm (frente a los 30-40
mm habituales para arcos de madera laminada encolada. Cada ‘cuerda’ fue
prefabricada en siete longitudes; fueron embebidas barras metálicas en el
extremo de cada pieza, permitiendo su unión in
situ, con un ligero giro para acomodarse a la geometría espiral del
conjunto. Otras piezas metálicas se utilizaron como refuerzo en las zonas
sometidas a mayor esfuerzo.
Piezas tipo |
A diferencia
de las ‘cuerdas’, los pares diagonales fueron obtenidas a partir de tableros
planos mediante la CNC. Esto permitió que cada uno de los quinientos pares
pudiera ser ligeramente distinto, respondiendo a la geometría cambiante, pero
hizo que los extremos de las piezas se debilitasen sensiblemente. Para
solventar el problema, se recurrió a placas metálicas de refuerzo. Todo el
conjunto fue fabricado a partir de tablas de madera aserrada secada en el
horno, de un grososr de 200mm y una longitud en torno a 25 m. Tras la
manipulación, los tableros miden en torno a 20mm: de ahí derivan los 60 mm de
los pares; por su parte, los 6mm de las cuerdas resultan del corte de esos
tableros en tres partes iguales, lo que determinó la curvatura máxima de
doblado de esas piezas. Finalmente, el corte de las piezas de 200mm en dos
determina la anchura máxima de los pares. Todas las conexiones son de acero
inoxidable.
Detalle: Elementos de unión |
La estructura
debía ser absolutamente autoportante. La madera está atornillada a una placa
base de 20mm de grosor y unida a trece piezas de una tonelada que evitan que la
estructura se levante bajo la acción del viento. El resultado final
muestra el potencial único de la madera para conformar geometrías complejas,
por su facilidad de moldeado, así como el potencial estructural de maderas
tradicionales como el roble rojo americano.