Visita de obra: RCR en la plaza Europa
RCR está construyendo en edificio corporativo en la plaza Europa de l’Hospitalet.
RCR explora hasta el infinito dos o tres recursos muy sencillos, y de esta economía de gestos, han sido capaces de extraer una manera de trabajar que, de momento, permite resolver con mucha solvencia cualquier programa y escala.
Un ejemplo de ellos es su pilar “unidimensional” se compone de dos pletinas ligeramente separadas, que mantienen en el eje X la inercia de un perfil metálico normalizado equivalente, y requieren de un arriostramiento adicional en el eje Y
RCR lleva usando insistentemente este pilar des de hace años, y, precisamente, el edificio de la plaza Europa es el que lo lleva al límite de sus posibilidades expresivas.
Respecto a los muros de contención, presumiblemente, no van a aparecer en la plaza Europa. Cada uno de sus elementos se ha reubicado para formar una estructura distintanta pero con las mismas cualidades.
Un muro de contención convencional se compone de una pared de hormigón drenada por el lado del terreno que soporta, impermeabilizada de algún modo, con un cimiento que aprovecha de la misma inercia de las tierras. RCR va a trascender este conjunto sustituyendo la pared por un conjunto discontinuo de pletinas de acero oxidado suficientemente juntas como para soportar no el terreno, sino las gravas de drenaje situadas entre éste y las tierras.
El edificio sigue una volumetría proyectada por Albert Viaplana, autor de toda la ordenación de la zona, además de la propia plaza.
En medio de las torres de la zona, se han dispuesto unos edificios lineales escalonados. De forma que casi parece reírse de la ordenación general.
Viaplana propone un edificio lineal, cortable cada X metros por juntas de dilatación o medianeras para que lo construyan diversos arquitectos. Es intencionado, preciso, y RCR lleva esta voluntad hasta el extremo, disponiendo unas decenas de pórticos formados por su pilar unidimensional continuo, marcando todo el perímetro de la volumetría, a lo largo de su parcela, hasta que se les termina.
Un pórtico en doble escalón tiende a abrirse tanto por geometría como por la propia esbeltez que imponen las dimensiones del edificio. Esto queda resuelto dimensionando los pilares a compresión. El problema del pandeo queda resuelto arriostrando el conjunto en vertical con los forjados, formados por unas bigas Warren que trabajan principalmente a la flexión y a la tracción.
El arriostramiento lateral del edificio queda resuelto por un gesto que contribuye, también, a crear el efecto de edificio exento de una manera muy sutil. Si los pórticos fuesen completamente paralelos podrían plegarse como fichas de dominó. Para evitarlo, los pórticos son concéntricos y toman la forma de un tronco de cono. El núcleo rígido hará el resto.
Una vez resuelto el sistema empieza la diversión: toda la volumetría, entre pórtico y pórtico, se colmata con una fachada de cristal situada en el plano interior de la estructura.
En el interior, el edificio se llena sólo donde es necesario, y el resto se dejará vacío, siguiendo las normas de la sección libre koolhaasiana, combinada con una planta que, de hecho, también es libre por tener su estructura en el exterior.
Cuando contacta con el suelo, el edificio se cuestiona si su planta baja ha de ser la de la plaza. La respuesta será doble. Las partes más hedonistas, como el bar, quedan en contacto con el aire exterior (sirviendo a una terraza poblada por unos lucernarios reciclados de un proyecto previo), y espacios como el auditorio o el hall (que tienden a confundirse en una amalgama indefinida de espacio libre con mucho aire por encima, conectados por un suelo que se pliega en una rampa muy similar a la de la biblioteca del mercado de Sant Antoni) se desplazan a un sótano. La posición del observador queda confundida, y el espacio se experimenta de modos diversos.