El libro habla de un espacio acotado dentro del espacio, un espacio que nos apropiamos y hacemos nuestro, que forma parte de un conjunto mucho mayor de espacios el cual solo podemos apreciar alejándonos para tomar perspectiva.
Si volvemos a hacer un zoom a este primer espacio que nosotros mismos hemos construido podríamos desfragmentarlo en formas, colores, volúmenes…También nombrados como cama, armario, habitación…Que en conjunto forman un espacio habitable, al que hemos dado forma, dimensión, ambiente adecuado para la actividad que íbamos a realizar en el. Esta funcionalidad se la achacamos a una arquitectura bien diseñada, ejecutada y por encima de todo construida. La construcción es la que nos permite la materialización de estos espacios arquitectónicos que deben responder a la llamada “triada vitruviana” que establece tres objetivos en la arquitectura. La Firmitas entendida como seguridad que atribuimos a una buena estabilidad y durabilidad. La Utilitas, funcionalidad como habitabilidad, que depende del uso que demos al espacio en cuestión. Y por último la Venustas o belleza tanto interior como exterior del resultado final.
El autor trata de poner en duda la funcionalidad del espacio arquitectónico buscando una pieza inútil dentro de un inmueble. Fracasa en el intento. De no ser así, habríamos sido nosotros los que hubiéramos fracasado en el intento de construir un “arte vivencial” ya que la arquitectura a diferencia del resto de artes, busca una función especifica. La forma y composición de volúmenes generados en el exterior e interior de un edificio no tienen sentido si dentro de ellos no somos capaces de vivir, de captar la habitabilidad de la obra en conjunto; sus valores vivenciales en toda su funcionalidad. Es por esta razón por la que el ser humano es capaz de relacionar sentimientos, emociones, recuerdos… A espacios vivideros. “conservo un recuerdo excepcional, incluso creo que prodigioso, de todos los lugares donde he dormido”[i]
A menudo olvidamos la función de elementos como paredes, puertas, escaleras… O al menos la obviamos. Las paredes siguen siendo, aunque a veces no lo parezcan, la separación entre el medio exterior y el interior. Estos sistemas de cerramientos (fachadas y cubiertas) son los que nos permiten construir la envoltura de los espacios habitables. Algo semejante pasa con los sistemas estructurales de los edificios.
Si el autor propone un listado de cosas que deberíamos hacer de vez en cuando como ir a ver a los vecinos, observar el inmueble, buscar el nombre del arquitecto… Yo propongo, observar la estructura bajo rasante de nuestro edificio, intentando entender la base, pies o raíces que lo conectan al suelo. Estudiar la estructura superior o sobre rasante que mantiene en pie el edificio y soporta las cargas. En definitiva, entender la misión que cumplen los sistemas estructurales dando estabilidad al edificio ante todo tipo de acciones exteriores. Ya que parece lógico comprender el papel que desarrolla cada uno de los elementos que componen la unidad del conjunto.
De igual forma que podremos entender un edificio fragmentando sus elementos, podremos entender un espacio como es el mundo dividiendo y analizando sus partes como podrían ser los continentes, países, ciudades, barrios, calles, inmuebles, apartamentos, habitaciones, camas…
[i] Especies de espacios. Georges Perec. Pág. 43
José Antonio Coderch, planta del edificio girasol, 1966, Madrid, España.
Una arquitectura que responde al principio salchlich, donde se buscaba ser coherente con la funcionalidad de los elementos arquitectónicos.
(José Antonio Coderch, Autores: Antonio Armesto y Rafel Diez, Editorial: SANTA & COLE Publicaciones 2008)