ESPECIES DE ESPACIOS de Clara Moreno

¿Qué es el espacio sino una realidad? El espacio. El espacio que ocupa un espacio. El espacio que ocupa un espacio ocupado por otro espacio. Miremos donde miremos estamos rodeados de múltiples “especies” o tipos de estos: un baño, un apartamento de vacaciones, una urbanización, un barrio, una ciudad, un país, un mundo, un espacio. Pero, ¿acaso son sólo estos parámetros los que definen el espacio?, ¿nosotros no somos espacio?, ¿el libro de esa estantería no es espacio?

Parece usual relacionar el espacio con la antimateria; el vacío. Sin embargo, tiene más proximidad a la fisicidad de lo que podemos imaginar. Descubrirlo no es tarea fácil; Perec insiste en nuestro esfuerzo por preguntar, buscar, observar, recordar, descubrir. Será entonces cuando, desde nuestra experiencia personal, seamos capaces de llegar a entender el espacio.


Un espacio construido se hace realidad gracias, por ejemplo,  a pilares y vigas que trabajan solidariamente como una estructura portante. Ese mismo espacio queda definido como tal por la limitación a través de paramentos que constituyen las fachadas y cubierta de éste. La designación del tipo de espacio viene dada quizá por los materiales de acabados utilizados, quizá por la distribución, quizá por los elementos que participan en él. El espacio entonces se nutre de materia; de realidad.


Es asombroso cómo la materia desde su origen, en su más mínima representación, se pudo fragmentar en el fenómeno del Big Bang hasta crear paradójicamente el “Espacio”, nuestro Universo. Y podemos clasificar el Espacio en función de sus fragmentos de una manera ordenada y sin perder su identidad autónoma por ello. En el Espacio hay galaxias, en las galaxias hay planetas, en los planetas hay, o puede no haber, vida. En nuestro planeta Tierra hay continentes, en los continentes hay países, en los países hay ciudades, en las ciudades hay barrios, en los barrios hay calles, en las calles hay viviendas, en las viviendas hay habitaciones y en las habitaciones hay, o puede no haber, vida. Con ello me estoy refiriendo a los habitantes que ocupan un espacio en ese espacio llamado pasillo, apartamento o campo, es decir, los seres humanos, los objetos de recuerdo conseguidos en un viaje de verano, los muebles antiguos heredados, etc. Son esos habitantes los que verdaderamente hacen de un espacio cualquiera, un espacio habitable, capaz de ser conocido y recordado.


Y, es que solemos reconocer una habitación por la mesilla de noche que se encontraba junto a la cama, o recordamos una calle por la pastelería de la esquina que se llenaba todas las mañanas de compradores, o recordamos un país por el monumento que coronaba la plaza de la capital. “El tiempo que pasa (mi Historia) deposita residuos que van apilándose”[1]. Tal vez, el método de conocer a través de la experiencia debiera cambiar. ¿Y si, de pronto, nos viniese a la memoria la corriente artística que sigue el museo de historia de esa ciudad y los grandes huecos que abre la iglesia del pueblo en su fachada este? En ese caso habríamos traspasado la frontera entre mirar el espacio y leer el espacio. Comprenderíamos que construir es un proceso mucho más complejo que montar una simple caja de cartón.


El espacio se construye. El espacio se estudia. El espacio se ordena. El espacio se clasifica. El espacio se combina. El espacio se altera. El espacio se recuerda. El espacio descubre. El espacio se conoce. El espacio se habita. El espacio existe.

[1] Especies de espacios, Georges Perec. pág.49




La MAISON DE VERRE, PIERRE CHAREAU.




La Maison de Verre (1928) París, Francia.

Conocida comúnmente como la “Casa de Vidrio” fue construida en los comienzos de la arquitectura moderna por Pierre Chareau en colaboración con Bijvoet Bernard y Luis Dalbet. Destacan la honestidad de los materiales industriales empleados en su diseño: acero  y vidrio. Este último además, hace de la vivienda un espacio singular; nos habla de la “luz del espacio”.




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