Fachadas ventiladas

Hablar de la fachada ventilada es 
hablar de presente, es hablar de que poco a poco y de una forma imparable, se ha establecido entre nosotros el concepto de construcción técnica y con aportación responsable a nuestro entorno. No hay unos cálculos definitivos sobre el porcentaje de edificaciones que pueden gozar de este sistema técnico, pero las previsiones más optimistas prevén que alrededor del 70% de los edificios podrán optar por este sistema resolutivo en los años venideros. Esto es una buena noticia para todos.


Espectacular desarrollo



La fachada ventilada se puede definir como una doble piel (coat) que envuelve al edificio para conseguir mejoras térmicas y acústicas. Por consiguiente estamos hablando de ahorro económico.
A diferencia de las convencionales, se basan en el alejamiento entre el paramento externo e interno, compuesto por varias capas con ventilación interpuesta y que cumplen, también, además de las mejoras ya enumeradas, con la protección contra las aguas pluviales y la transpirabilidad y saneamiento del edificio.

La fachada ventilada, especialmente la cerámica, está teniendo un espectacular desarrollo en España donde es una solución constructiva tanto en edificación residencial, como singular o en la rehabilitación. Esto ha sido debido a sus prestaciones de índole mecánico e higrotérmico (ausencia de malestar térmico), su rapidez de ejecución y que es un sistema constructivo limpio, técnico y de total fiabilidad.

Otro de los aspectos más importantes es la versatilidad del sistema a la hora de buscar el soporte de enganche de la estructura portante; ladrillo, bloque de hormigón, perfiles de acero, madera, hormigón celular, etc. Son algunos de los materiales que habitualmente soportan y complementan el peso de la fachada ventilada en los edificios.




Funcionamiento

La función principal de las fachadas ventiladas es, como ya se ha dicho, conseguir ahorros energéticos en los edificios. Esto se consigue a través de una cámara de aire que hace una función de ‘efecto chimenea’ a base de un buen comportamiento higrotérmico. El sol calienta el revestimiento, este calor se trasmite a la cámara calentando el aire de la misma y este mismo aire caliente tiende a subir generando una corriente de aire en vertical. Dicha corriente lo que provoca es que no aumente la temperatura en el interior del edificio en los meses cálidos al reducir la energía radiante entrante en el edificio y a la vez, evitar la formación de posibles condensaciones.

En los meses de frío este funcionamiento se alterna evitando la perdida de calor por la barrera de aislamiento colocado exteriormente, tapando, éste, todos los puentes térmicos que pudieran provocar perdida de calor (cantos de forjado, ventanas, puertas etc.). El funcionando en este caso sería algo parecido a un acumulador de calor.

En el comportamiento de las condensaciones, la curva de presión nunca se encuentra con la curva de saturación, con lo cual nunca se llega al punto de rocío. Por consiguiente, el vapor de agua no pasaría a un estado líquido, produciéndose por tanto la condensación, a diferencia de otros sistemas constructivos que necesitarían de un aislamiento por el interior.


Ventajas de la fachada ventilada frente a la tradicional

• Mayor ahorro energético.
• Mayor barrera acústica.
• Nula condensación de vapor de agua.
• Mayor salubridad del edificio.
• Mayor transpirabilidad de la fachada.
• Versatilidad.
• No necesita utilización de barreras de vapor.
• Fácil mantenimiento y limpieza.
• Menor tiempo de ejecución.
• Mayor ejecución técnica.
• Corrige las imperfecciones de la fachada, al estar perfectamente aplomada.
• No se marcan los cantos de forjado ni pilares perimetrales.
• Evita puentes térmicos.