El espacio, aquello que
nos rodea, campos, ciudades, calles o viviendas, lugares donde desarrollamos
nuestras vidas y que pueden cambiar a lo largo del tiempo o mantenerse
estables, lugares que parten de la nada para transformarse por completo a merced
de la imaginación, el espacio, ¿Infinito o definido?, ¿Permanente o cambiante?
El espacio, ¿Cómo se
origina? ¿De dónde parte? los espacios parten de la nada, de lo invisible e
imperceptible, de las ideas, de la imaginación, mucho antes de plasmarse siquiera
como bocetos en el papel se encuentran construidos en nuestra mente.
Las ideas, los bocetos,
las referencias…todo ello conforma el proyecto, tras el cual se desarrollan los
espacios, de infinitos tipos (espacios cotidianos, espacios tranquilos…) y cada
uno de ellos cumpliendo una o varias funciones específicas (función soporte,
función cerramiento…).
Los lugares, aquellos
donde vivimos nuestro día a día o donde tal vez, hayamos estado durante un
breve período de tiempo, lugares que tienen en común una cosa, los recuerdos,
recuerdos específicos enlazados a cada uno de esos lugares, recuerdos
imborrables que basta volver a encontrarse en esos espacios para poder
activarlos, a través de cualquier sentido, la vista, el oído o incluso el
olfato. Recordar como apropiación de esos lugares, interiorizarlos. Basta con
un recuerdo para sentir que te encuentras de nuevo en ese lugar concreto.
Se inicia una búsqueda,
¿Cómo encontrar el lugar adecuado? ¿Cómo saber si mi apartamento es el lugar
adecuado? Tal vez cuando pasa de llamarse apartamento a llamarse hogar, aquel
espacio que cumple todas las funciones necesarias del día a día (sociales y de
necesidad) y en el que me siento acogido, refugiado, mi hogar, mi espacio.
Para poder habitar en el
lugar adecuado lo más probable es que sea necesario ejecutar ciertos cambios en
sus elementos originales (cambiar mobiliario, tirar tabiques o tal vez
levantarlos, abrir o cerrar espacios) puesto que si se ha creado ajena a las
propias necesidades, resulta difícil que pueda adaptarse por completo a éstas.
De esta manera se pueden originar viviendas más íntimas y cerradas o más
públicas y abiertas.
Las calles, espacios
donde se distribuyen las viviendas de forma ordenada, espacios públicos
destinados al tránsito de peatones y vehículos, donde rara vez se pueden
observar zonas de naturaleza, salvo algún árbol esparcido de forma individual o
algún parque totalmente delimitado, humanizado. Espacios que nos llevan a
pensar en sus contrarios: el campo, la libertad, lo ilimitado, la naturaleza en
sí.
En estas calles se
encuentran infinitos detalles que únicamente pueden ser percibidos mediante
observación, dotando estos lugares de encanto, como las pequeñas tiendas de
barrio, los balcones de las viviendas, panaderías, cafeterías o la calzada
misma, cada uno de ellos con su propia historia. Tal vez deberíamos de emplear
más tiempo en descubrir todos estos detalles, en observar todas estas calles
que nos rodean, en definitiva, conocer nuestro barrio.
Vivimos en la ciudad,
nuestro día a día se desarrolla en la ciudad, hemos nacido en la ciudad, ¿Somos
la ciudad? Estamos tan acostumbrados a ella que se nos olvidan nuestros
orígenes, el campo, que actualmente consideramos ajeno a nosotros, un lugar
extranjero y extraño, aunque no debería serlo, probablemente, si tuviéramos que
empezar una nueva vida allí, no sabríamos como hacerlo, no nos queda legado
alguno de nuestro pasado en el campo, nos hemos adaptado y acomodado (tal vez
demasiado) a la ciudad y resulta difícil cambiar aquello que hemos convertido
en costumbre.
Las fronteras, ¿Qué son
exactamente? Simples líneas imaginarias trazadas por el hombre. Los paisajes no
distinguen de fronteras, siguen siendo los mismos a ambos lados, físicamente no
tienen presencia, no existen, únicamente podemos notar ciertos cambios en
cuanto a las construcciones realizadas por el hombre, variando de un lado a
otro de la frontera, nada más.
Viajar de un lado a otro,
sin importar las fronteras, sin tenerlas en cuenta, sin atarse a nada,
simplemente con el fin de poder conocer mundo, descubrir lugares nunca antes
vistos y poder observar distintos tipos de vidas y de construcciones.
Conocer, entender,
aprehender los espacios para poder convertir lo inhabitable en habitable.
El espacio es aquello que
nos limita la visión, que nos permite percibir las distancias y relieves, aquello
que hay que conquistar y hacer por completo nuestro, que se desgasta con el
tiempo, donde se encuentran las cosas y donde vivimos, todo aquello que nos
rodea, el espacio.
Fotografías del edificio en construcción:
Edificio BMW Welt. Coop Himmelb(l)au Architects. Múnich, Alemania. 2003-2007 |
Planta Baja |
Planta Primera |
Planta Segunda |
Planta Tercera |
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