Torres Blancas, Madrid, 1961-1968. Francisco Javier Saénz de Oiza, arquitecto. Estructura de J.A. Fernández Casado y Javier Manterola.
[...] "En un momento determinado, Huarte, durante un viaje suyo a París, me envió un telegrama que resultó revolucionario. Me decía que `la verdadera libertad para un hombre que quiere una casa es encontrar un buen producto y hacerlo suyo´. Sentirse identificado con el proyecto. A partir de ahí, se me pusieron dos condiciones para el desarrollo de la idea: una cierta libertad de opción de plantas, y que la estructura fuese laminar de hormigón. Entré en contacto con Fernández Casado y el equipo de Huarte. Fernández Casado me dijo que si no quebraba la planta baja -al igual que hizo Le Corbusier en Marsella- las láminas de hormigón de quince centímetros permitirían desarrollar una buena y económica arquitectura. Y así, durante un año y medio, estudiamos y desarrollamos el proyecto, abandonando mi primera idea errónea de concentrar el hormigón en el centro de la Torre, adoptando la mejor idea de ellos de dejar vacío el centro, pues las solicitaciones se producían en los bordes. Las pantallas de hormigón más resistentes se creaban perimetrales, ya que el centro apenas trabajaba. Esto llevó a la idea de construir las pantallas en forma de láminas, evitando los encuentros. Las láminas, así, se cerraban sobre sí mismas creando tubos: ascensores, chimeneas de evacuación, escaleras... Al final, resultaron ser láminas lógicas, que van pasando por los puntos más fijos de una planta libre... En cuanto a la tipología de vivienda, yo propuse unas plantas `dúplex´, con casas pequeñas, cuatro por planta. Llegué a una solución preciosa, en malla hexagonal, de casas en cruz. Pero el cliente no lo aceptó. Exigió volver al tipo de desarrollo laminar, con viviendas de mayores dimensiones. De modo que al final no resultó el proyecto soñado por mí... El momento más interesante fue la organización vertical de la Torre. Yo pensaba en un esquema de árbol, y así lo dibujé. En la parte baja -las raices- la Torre se prolongaba en la ciudad con los aparcamientos y los conductos; y en la parte alta -las ramas- la parte social de la Torre ocuparía el espacio, con las tiendas, la piscina, el gimnasio, etc. De tal manera que un señor en el ascensor nunca se preguntaría si subía o bajaba, porque tanta atracción tendría el suelo como el techo. Fueron viviendas en el espacio... " [...]
Francisco Javier Saénz de Oiza. Disertaciones. El Croquis nº 32 y 33. 1988. San Lorenzo de El Escorial, Madrid.